
Un paseo por Sauce Grande se convierte en una maravillosa experiencia cotidiana.
El irregular trazado de sus calles propone, en cada pequeña vuelta, reencontrarse con la armonía, la paz y la serenidad.
En época invernal, el recorrido es un permanente descubrimiento de sensaciones casi olvidadas: el aroma a leña, un pájaro removiendo hojarasca en busca de insectos, un rayo de sol bailando entre las hojas.
Y en el verano, la profusa arboleda nos cobija con su sombra fresca. Y escuchamos algunas risas entre los árboles. Y caminamos lento, para que el tiempo no pase.
Porque Sauce Grande es un pueblo. Un pueblo en donde el mayor lujo que encuentra el visitante es la calidez de su gente. Sencilla, amable y profundamente enamorada de su lugar. Y eso también se siente cuando uno se da una vueltita por el pueblo.